Les acusan de alterar el orden público exaltando a la sociedad civil a actos violentos, cuando realmente lo que hacían era ejercer el derecho de manifestación y de libertad de expresión de una sociedad que pacíficamente defiende su anhelo de libertad.
No se puede encarcelar a la representación de la sociedad civil bajo acusaciones falsas e infundadas.
No hay rebelión, no hay sedición, no hay malversación y la prisión preventiva es desproporcionada e injustificada. Lo dicen numerosos juristas, instituciones jurídicas e instituciones de derechos humanos.
Lo que existe es una acción estatal para acabar con el independentismo, capaz de saltarse hasta la propia constitución -que tanto defienden- para encarcelar a dos personas pacíficas, honestas y defensoras de los derechos fundamentales de las personas y de su pueblo, al que, de esta manera, pretenden silenciar.
Sabemos que estamos en un momento de máxima complejidad y que vendrán momentos duros, con juicios y sentencias injustas. Pero ante todo, necesitamos estar unidos, serenos y firmes.
El mundo independentista es plural y diverso, y esa diversidad y pluralidad es su valor añadido. Por eso debemos seguir unidos para hacer honor a la justicia, a la democracia, a los derechos humanos y para conseguir hacer efectiva la República.
Persistiremos y lo conseguiremos. Esto no va de independencia sí o no, si no de libertad y democracia, y de dar voz a ese 80% de personas que quieren decidir su futuro político.
No malgastemos el tiempo en batallas absurdas ni en cuestiones retóricas. Seamos prácticos, que la mayoría independentista siga unida, y sobre todo, sumemos y sumemos.
Por ellos, los Jordis, por Cataluña, reivindiquemos libertad, democracia y República.
