Madrid, 9 abr (EFE).- El escritor, economista y académico José Luis Sampedro ha fallecido en su casa de Madrid a los 96 años. Sus restos mortales han sido incinerados esta mañana en la intimidad familiar, por expreso deseo del que fuera un referente intelectual y moral que ha querido irse de forma "sencilla y sin publicidad".
José Luis Sampedro, un gran humanista y pensador, tuvo en los últimos años un especial protagonismo por su activismo cívico social y unió su voz a la de los indignados y a la de otro rebelde, la del nonagenario miembro de la resistencia francesa, el francoalemán Sthèpane Hessel, que también murió el pasado mes de febrero.
Sampedro escribió el prólogo de "Indignaos", el famoso libro de Hessel y también colaboró en su siguiente librito, "Reacciona". Y hoy, de entre las miles muestras de condolencia y dolor por la muerte del autor de "La sonrisa etrusca", han destacado en la red la de los movimientos sociales surgidos al calor del 15M y las de miles de ciudadanos que han querido decir adiós al gran humanista.
La noticia de la muerte de Sampedro se ha convertido rápidamente en segunda tema mundial en Twitter. Y Democracia Real ha calificado a Sampedro, a través de esta misma red, de "gran persona, gran compañero y gran amigo".
Además, ha publicado la carta que el pensador envió a la plataforma y que leyó el 15 de mayo de 2011 en la madrileña Puerta del Sol en la que pedía "avanzar hacia una vida más humana".
Por otra parte, Juventud Sin Futuro le ha enviado un emotivo mensaje: "Que la tierra te sea leve, compañero, que siempre fuiste joven", y se ha hecho eco de la petición de su viuda, Olga Lucas, de que "se le llore lo menos posible y que se siga luchando lo máximo posible".
La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) ha respondido a su muerte recordando citas del pensador español, como "deberíamos indignarnos mil veces" o "estamos en una crisis que yo llamo barbarie, porque es una barbarie".
Ciudadanos anónimos, al igual que políticos, escritores, sindicatos, instituciones, ayuntamientos -como Aranjuez, de donde era hijo adoptivo, o el de Santa Cruz de Tenerife- y comunidades -como la de Castilla-La Mancha-, han mostrado sus condolencias por la muerte del autor.
Comprometido con tu tiempo, José Luis Sampedro, que siempre defendió una "economía más humana, más solidaria, capaz de contribuir a desarrollar la dignidad de los pueblos", nació en Barcelona en 1917 y pasó su infancia en Tánger, donde su padre estaba destinado como médico militar.
De regreso a España en 1935 aprobó unas oposiciones para técnico de Aduanas y fue destinado a Santander, donde le sorprendió la Guerra Civil. Doctorado en 1946 en Económicas, se dedicó durante más de treinta años a la docencia en la facultad. En 1969 asistió como profesor visitante a las universidades de Salford y Liverpool. A su regreso en 1972 desempeñó la cátedra de Ética en la Complutense.
Pero la actividad de economista de prestigio -entre sus alumnos figuraron Solchaga, Boyer o Elena Salgado- la alternó siempre con la escritura, a la que se dedicaba desde que tenía 19 años.
Entre sus novelas destacan "La sombra de cartón" (1945), "Congreso en Estocolmo" (1952), "El río que nos lleva" (1961), "Octubre, octubre" (1981), "La sonrisa etrusca" (1985), "La vieja sirena" (1990), "Real sitio" (1993), "El amante lesbiano" (2000), "Escribir es vivir" (2003), "La senda del dragón" (2006) o "La ciencia y la vida" (2008).
Premio Nacional de las Letras 2011, condecorado con la Orden de las Artes y las Letras de España por su sobresaliente trayectoria literaria y por su pensamiento comprometido con los problemas de su tiempo, Sampedro fue en su última etapa un hombre enamorado.
Un amor que encontró en Olga Lucas (Toulouse, 1947), una traductora y poeta con quien se casó en 2003 y con quien llevaba a cabo "la teoría de los bueyes: yo me apoyo en ella y ella en mí", decía.
El escritor, que conectó con miles de jóvenes en su vejez, se mostraba convencido de que el sistema capitalista se acababa, porque el mundo occidental atravesaba "una "auténtica metamorfosis", protagonizada por jóvenes que "ya viven en otra época", ajena a quienes solo quieren "ganar dinero y nada más".
Sampedro decía que había dos tipos de economistas: "Los dedicados a hacer que los ricos sean más ricos y los que estamos dedicados a hacer que los pobres sean menos pobres", y así proclamaba los últimos coletazos del sistema capitalista antes de morir.